martes, 18 de septiembre de 2012

¿Cómo hemos podido llegar hasta aquí?

Hay quien se pregunta, en estos momentos, como un colectivo con un nivel de vida económicamente resuelto y con holgura, con un trabajo asegurado y sin riesgo de pérdida, con unos niveles de preparación altos, pueden colectivamente tomar una decisión que supone un gravísimo perjuicio para miles de ciudadanos de decenas de países, y que deteriora gravemente la economía nacional. ¿Como considera, este colectivo, que enfrentado al legítimo gobierno de un estado de derecho va a ganar la partida y que se aceptarán sus demandas sin exigirles responsabilidad por el daño causado?

Pues simplemente porque están embalados. La velocidad en un embalamiento no es instantánea, se adquiere y acelera con el transcurso del tiempo, con la acumulación de éxitos repetidos ante una misma actitud, sea esta legítima o ilegítima, hasta alcanzar velocidad suficiente para que los mismos protagonistas ya no sean capaces de autocontrolar la velocidad, se dejan llevar sin medir daños ajenos ni perjuicios propios. Y una vez estrellados se une la sorpresa propia; ¿Cómo hemos podido llegar aquí?, ¿Qué nos ha pasado?.

Pero en nuestra sociedad se están produciendo más embalamientos; que contemplamos crecer y aumentar en velocidad, esperando que se produzca la correspondiente catástrofe. También gran parte del caos económico y financiero que sufrimos se debe a una actitud, que podemos calificar como similar, por parte de entidades financieras que iniciando una marcha en la financiación sin garantía de nuevas viviendas y actividades empresariales, poco a poco pero sin pausa se fueron embalando hasta que la actividad se les fue de la manos.

Y que decir de la corrupción que nos va invadiendo. Indudablemente se empieza con cien y no pasa nada, pero la siguiente operación, ya sea comisión, participación, regalo, fraude, cohecho o prevaricación, es mil, luego cien mil, luego un millón y rápidamente, y ya embalados, alcanzamos las decenas de millones y en estos casos, al conocerse, también nos llevamos las manos a la cabeza. ¿Cómo ha podido ocurrir esto?

Pues todos tenemos parte en la culpa. El Gobierno desde luego, pues para eso le elegimos y le pagamos. Y sobre todo los ciudadanos, somos una sociedad tolerante hasta el suicido social, admitimos en nuestra mesa, aceptamos invitaciones y a veces les sonreímos y hasta hablamos con admiración de ciudadanos que nos consta que abusan de situaciones laborales de privilegio inmerecido. Que siendo conscientes que su situación social se debe al soborno, al cohecho a la prevaricación, les damos lugar en medios televisivos que vemos, en revistas que leemos y se le acepta en fiestas sociales a las que asistimos.

Menos quejarnos, menos sorprendernos y valorar mejor lo que debemos valorar y rechazar con energía lo que hay rechazar, y desde el principio, cuando todavía camina titubeante, pues se acelerará más y más, hasta embalarse.

Elisa Martínez de Miguel
Diciembre 2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario