Marzo 2011
A poco aficionados que seáis a la lectura de novelas
policíacas o de intriga, los nombres de Henning Mankell, Johan Theorin, Asa
Larsson, Mari Jungstedt, o Camilla Läckberg, sin duda os sonarán. La novela
nórdica de intriga es cada vez más abundante y variada. En general son buenas,
entretienen, mantienen viva la atención durante toda la novela.
Hoy quiero llamar la atención sobre el entorno vital de
sus personajes. Hay un denominador común entre ellos, están solos. Sus
emparejamientos han resultado fallidos, conservan una relación distante,
educada pero de absoluta indiferencia hacia antiguas parejas. Los hijos, con
frecuencia hijos únicos, viven lejos, en
ocasiones no se sabe ni donde ni con quien, en Navidad puede que se reciba una
tarjeta o a lo mejor tampoco. Los padres ancianos y retirados viven en un asilo,
muy decoroso eso si, y una vez al año se le ocurre a los hijos ir a
visitarlos.
Hablamos de esos ciudadanos o ciudadanas que mal comen,
caliente en muy pocos casos y que su mejor diversión semanal es beber el sábado
hasta el límite para dejar pasar el domingo y reintegrarse el lunes a su
trabajo.
Estas sociedades se consideran sociedades modelo. El
Estado acude a cubrir toda clase de necesidades, si es requerido para ello. Se
goza de una gran libertad para dar a la vida propia el contenido que se desee,
y la igualdad entre hombres y mujeres es potencialmente absoluta. Es un modelo
de sociedad en que el concepto de familia está arrinconado. Jamás desearía
vivir en una de ellas.
Prefiero nuestra sociedad centrada y recreada en torno a
una familia. Mantener la existencia de este núcleo vital de nuestra sociedad,
requiere mucho, muchísimo esfuerzo y en gran parte este esfuerzo ha venido
encomendado a la mujer.
La función igualitaria de hombre y mujer en nuestra
sociedad no es discutible. Lo que es discutible es la forma en que dicha
aportación, potencialmente igual, se realiza y en que medida es reconocida.
Estos días se ponen en candelero la cuestión de la
presencia de la mujer en los altos cargos directivos e incluso en los consejos
de administración de las sociedades incluidas en el IBEX. Es cierto, la mujer
no alcanza la representatividad que al parecer y según su presencia en la
obtención de títulos universitarios, doctorados y “masters”, hoy en día
superior a los hombres, le correspondería.
No obstante no se
ha hecho un muestreo de que tanto por ciento de mujeres, que pudiendo
obtener dichos niveles directivos o puestos en los dichosos Consejos de
Administración aceptarían e incluso que habiéndoseles ofrecido los han
rechazado. Conozco varios casos. Un hombre nunca diría que no.
Las mujeres hoy en día, somos absolutamente libres de
elegir el como repartir nuestro esfuerzo y a que dedicarlo. No es mas valioso
quien se sienta en un Consejo y dedica a ello todo o la mayor parte de su
esfuerzo, de su inteligencia, de sus capacidades, en resumen de su vida, que la
que dedica el mismo esfuerzo, capacidad e inteligencia en mantener una unidad
familiar .
Elisa Martínez de Miguel
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