martes, 18 de septiembre de 2012

Tiempo y Justicia

Publicado en "Expansión"
Mayo 2010

En un Estado de Derecho, no es procedente poner en cuestión la legitimidad de los Tribunales de Justicia, cualquiera que sea su rango, denominación o competencia, que hayan sido constituidos y conformados según la legislación vigente, para emitir sentencias de acuerdo con su criterio. Pero el acierto de una sentencia en la interpretación de leyes o de los hechos juzgados, e incluso en el procedimiento seguido, no es poner en cuestión la legitimidad de un tribunal.

Hoy en día, en España, muchos ciudadanos están permanentemente cuestionando la legitimidad de ciertas sentencias y de los tribunales para exigir el cumplimiento de las mismas, pero no porque discrepen del contenido de las sentencias, sino por el tiempo transcurrido entre el acaecimiento de los hechos juzgados y la sentencia definitiva que sobre los mismos recae y cuya aplicación es inmediata y definitivamente exigible.

Existe un aforismo, que aproximadamente viene a decir “Justicia tardía, no es Justicia”. Y por desgracia los plazos que están transcurriendo entre el inicio de los procedimientos judiciales y la sentencia definitiva, son en su mayoría disparatadamente largos. Ello está ocurriendo en procedimientos civiles, mercantiles, penales e incluso constitucionales.

El largo periodo que se prevé transcurrirá hasta que se alcance sentencia definitiva, es un arma que se esgrime y utiliza por algunos ciudadanos, consiguiendo excelentes resultados. Muchas de las demandas no llegan a interponerse o se retiran. Cuando se interponen y las sentencias llegan: en el área penal es socialmente inexigible su cumplimiento; en el área civil y en el área mercantil las circunstancias han cambiado radicalmente, la insatisfacción de los perjudicados es total, los deudores ya carecen de bienes, las sociedades, de hecho, ya no existen, y los directivos o accionistas responsables han desaparecido. En todos estos casos y en otros, las nuevas realidades originadas durante el tiempo transcurrido hacen inviable la ejecución de la sentencia.

La culpa de esta situación está muy repartida: Nuestros procedimientos judiciales, son un laberinto de trámites, diligencias y recursos que han de ser simplificados. Tenemos decenas de órganos con capacidad normativa, a decenas de niveles que han de ser  reducidos. La insuficiencia en los medios materiales de los órganos judiciales, tanto en edificios y locales, como en medios personales, como en asistencia y coordinación informática es notoria y por todos admitida y tan sólo una suficiente dotación presupuestaria en la cuantía que ello sea necesario, puede intentar resolverlo.

Si queremos que los ciudadanos vuelvan a sentir que “La Justicia”, es el medio protector con el que cuentan ante abusos o perjuicios causados por terceros, hay que resolver este problema y con cierta urgencia.

 “Una Justicia en Tiempo”, es absolutamente necesaria.

Elisa Martinez de Miguel


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