martes, 18 de septiembre de 2012

Todos somos Culpables

Publicado en "Negocio"
Junio 2010 

La actual crisis económica, quizás haya que ponerla con mayúsculas, ha elevado la disculpa a argumento de estado. Quienes nos gobiernan argumentan con total desparpajo; que a todo el mundo se le ha venido encima la crisis, que nadie previó las consecuencias de las causas y que por tanto nadie es responsable de lo ocurrido.

Los funcionarios no son responsables. El que hayan tolerado el despiadado incremento de plantillas, sin procesos de selección objetivos y sin previos estudios,  del personal necesario y funciones que habían de abordarse, manteniendo en todos los casos sus incrementos remunerativos y sus privilegios de inamovilidad funcional y geográfica, no vienen a cuento y no son causa, ni permiten exigir responsabilidad.

Las entidades financieras, de toda clase, tampoco son responsables. El que se haya facilitado el endeudamiento a toda una masa de población que era totalmente previsible que no disponía, ni dispondría en el futuro, de capacidad para generar las rentas necesarias para devolver lo recibido, no genera responsabilidad ni en consejeros ni en directivos.

Que empresas, grandes, medianas y pequeñas, hayan abordado proyectos sin más garantía de financiación que, todo se vende y todo sube de precio, no implica que se puedan juzgar gravísimos errores de planificación ni que, mediante los procedimientos concúrsales correspondientes, haya que exigir las correspondientes responsabilidades a sus dirigentes.

Las organizaciones sindicales no  tenían por que analizar lo que estaba ocurriendo en el mercado de trabajo, ni plantearse a donde se iba manteniendo una situación en que, en la época del mayor crecimiento económico que este país ha conocido, se mantuviese un paro estructural de dos millones de trabajadores, debidamente subvencionados eso sí. Que se permitiese la existencia de una potencial masa laboral, mayormente inmigrantes pero no sólo, de cerca de cuatro millones, que podían contratarse sin garantías laborales mínimas. Que se haya tolerado un abuso ostensible de la figura del liberado sindical. Que se hayan exigido unas condiciones de cancelación del contrato laboral, en casi la totalidad de los casos, en vía jurisdiccional y en las condiciones más gravosas para el empresario.

Y que decir del gobierno, acrecentando unos presupuestos de gastos, mayormente en gastos corrientes, con nóminas, subvenciones y obras sin más justificación que la oportunidad política, sin prever unas fuentes de ingresos coherentes con el volumen de gastos.

Los partidos políticos, viendo pasar la corrupción de origen urbanístico por delante de sus narices un día, otro día y otro más. Los más honestos mirando hacia otro lado y los restantes participando en el festín sin pudor alguno y en claro y ostensible desprecio hacia sus votantes en la seguridad de que les volverían a votar.

Nadie haciendo caso de los estudios realizados y publicados por profesionales de la economía y catedráticos de nuestros centros de enseñanza que preveían lo que iba a ocurrir.

No puedo encontrar quien está legitimado para decir que no somos responsables y que no tenemos por que pagar la factura. No es válido, ni es cierto afirmar que uno no es responsable de la crisis y que no le corresponde pagarla. Todos somos responsables y sabíamos donde nos estábamos metiendo, pero entonces había muchos intereses creados y ha llegado la hora de que entre todos paguemos la factura.

Elisa Martínez de Miguel

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