Junio 2010
Ha habido hace
unos días en este país, un debate llamado “Debate sobre el Estado de
La conclusión a
que fácilmente se llega es que una gran mayoría de ciudadanos, no muy
entendidos en materia política y económica, están absolutamente hartos y que
parte de su imposible paraíso particular es aquel en el que desaparezcan todos
los políticos del mapa. Y hay otro grupo de ciudadanos, que en algún modo saben
de que va la economía y la política de la nación, que se encuentran en estado
de desolación.
Estoy escribiendo
sobre los que actualmente y cada vez con mayor reiteración se denominan
ciudadanos de a pié. La calificación sólo la encuentro justificada si estamos
diferenciando a los que tienen coche oficial y a los que no, los segundos son
los de a pié.
¿Qué eco puede
tener un debate cuyos momentos culminantes son: “márchese”, “convoque
elecciones”, e “intente echarme”, “presente una moción de censura”?. ¡¡¡ Si eso
ya lo sabemos todos ¡!! . El que está sentado no se quiere levantar y el que
está de pié se quiere sentar. Para llegar a estas brillantes conclusiones no
hace falta un debate, ni siquiera una conversación de café.
El debate se
debiera llamar y desde luego fijar su contenido en “Debate sobre la situación
de los Ciudadanos”. Los ciudadanos quiere que se debata la situación que les
afecta en forma directa y que se les ofrezcan soluciones que produzcan un
efecto inmediato: ¿Cuanto tiempo va a durar esta situación económica con más de
cuatro millones de parados y qué medidas se están tomando para hacerla
desaparecer?. ¿Con que medidas se va a resolver la ausencia de crédito a las
empresas?, ¿Que se va a hacer con la inmensa corrupción que está impregnando
todo el país y que, parece ser, nadie tiene intención de corregir y si de
aprovechar? Podría hablarse también de que impacto va a tener la progresiva
retirada de subvenciones de la UE ,
que va a afectar a toda nuestra agricultura o al menos a producciones muy
importantes…., en fin, y muchos otros temas de gran importancia.
Desengáñense, si
es que están engañados, señores diputados. El problema inmediato de la mayoría
de los ciudadanos, en el momento actual, no es el nivel de inteligencia de uno
u otro líder, ni su carisma, ni su capacidad de liderazgo, ni el incumplimiento
de promesas echas en campañas electorales. Ni tampoco si determinados
agrupaciones de políticos abanderan más o menos autonomías e incluso pronuncian
la palabra independencia. Todo ello lo discutiremos o lo discutirán ustedes
cuando el ciudadano tenga claro como llegar a fin de mes, que por el momento no
lo tiene claro.
Elisa Martínez de Miguel
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