martes, 18 de septiembre de 2012

Media Manta

Publicado en "Negocio"
Diciembre 2010

Lo leí, no recuerdo donde ni cuando; era un cuento: El padre en la puerta despide al abuelo, corta una manta en dos y dándole la mitad; - “Tiene que irse de casa abuelo, tome esta media manta y que Dios le ayude”. Al volver a entrar, ve que su hijo con sumo cuidado dobla la otra media manta.- ¿Qué haces?.- “Guardo esta media manta para cuando yo te eche a ti de casa”. Leyendo y escuchando algunas opiniones sobre nuestro régimen de pensiones, me vino el cuento a la memoria. ¡No se por qué!.

Las pensiones que hoy día se pagan en España, son pensiones de miseria y en muchos casos de hambre. Y lo sabemos todos y todos lo consentimos. Al parecer es un sólido argumento el afirmar que “El Fondo de Pensiones” no permite más.  

No es legítimo cuantificar pensiones en función de la capacidad de ahorro que las generaciones que se jubilan han tenido, cuando se las ha venido exigiendo gasto e inversión desmesurada en función de sus ingresos, por el bien de las generaciones posteriores. No han podido ahorrar más, no han podido acumular más para su vejez, ya sea mediante aportaciones voluntarias ya sea mediante detracciones forzosas de la Seguridad social, porque han gastado e invertido en nosotros, los que disfrutamos de nuevos niveles de vida ni soñados hace cincuenta años.

Han invertido y gastado en los actuales sistemas de transporte y comunicación, en sistemas de sanidad universal, en sistemas de enseñanza generalizada a todos los niveles, en la creación de un parque inmobiliario que permite tener una segunda vivienda a más de dos millones de ciudadanos, etc. Son las generaciones que tuvieron que emigrar y nos permiten tener ahora, realizando las labores que nosotros rechazamos, a millones de emigrantes. Y les hemos dicho: “Ha llegado el momento de que salgáis de casa, ahí tenéis media manta y que Dios os ayude”. La otra media, estar seguros, está guardada para nosotros.

El pago de pensiones ha de ser la primera rúbrica de los Presupuestos del Estado y su cuantificación una decisión política en función del nivel que nuestra economía vaya alcanzando y su pago atendido con los ingresos de toda naturaleza que el Estado obtiene sin acudir a la tremenda falacia de cuanto hay que ahorrar para poder atenderlas, ni de la administración de unos fondos que, visto lo visto, tendrán siempre un rendimiento mínimo y una desvalorización permanente.

Desaparecidos los cálculos necesarios para fijar la cuantía de las pensiones, en función de recaudación de la Seguridad Social, de reservas acumuladas, de evolución de la pirámide de edad, de número de trabajadores en activo que se prevé y no se cuantos variables más, los gobiernos de uno u otro signo se enfrentarán anualmente a una decisión política en competencia con las otras que deciden anualmente la estructura y evolución de la economía del Estado.

Y en esta decisión estará presente una mayor sensibilidad, una mayor equidad y una mayor justicia que en los fríos informes que hoy las justifican, por muy bien hechos que estén. La premisa inicial es falsa.

Elisa Martínez de Miguel

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