Publicado en "El Economista"
Noviembre 2009
Cuando buscamos una persona para situarla al frente de una entidad
empresarial para que la dirija ¿qué variables hemos de considerar? Parece
acertado iniciar el análisis por el entorno donde se ubicará al directivo y por
las características de la entidad que va a ser dirigida.
La cualificación técnica se adquiere, partiendo de una capacidad
intelectual suficiente, a base de horas de estudio y trabajo, con tenacidad y
esfuerzo y en un periodo no necesariamente muy amplio. Hay otras cualidades que
sí requieren periodos bastante amplios en su ejercicio y una contrastación de
méritos y capacidades que sólo el tiempo puede proporcionar. En este segundo
grupo incluimos la capacidad de consensuar criterios y voluntades en grupos
humanos numerosos, con intereses no siempre convergentes, al menos a primera
vista, y la capacidad de ser considerado persona con la que se puede pactar, o
admitir como representante de intereses de terceros en negociaciones y pactos.
Los años son una variable a considerar en todo caso: Pocos años hacen
presumir energía, conocimientos actualizados, dedicación sin límite de horas,
ambición, pero también hacen prever la asunción de riesgos innecesarios, cierta
propensión a la instabilidad laboral, carencia de escrúpulos para atender
ofertas más tentadores, abandonando puesto y responsabilidades.
Muchos años deben hacer suponer
pocas cosas, pues casi todo ya está demostrado: la capacidad y habilidad en la
misión que se le encomienda, su lealtad y dedicación a los compromisos que
contrae. La edad puede minorar la capacidad de resistencia en el esfuerzo físico e incluso a la dedicación sin
límite de horas, pero es muy probable encontrar ponderación en los riesgos que
se asumen y en los pactos que se contraigan.
Televisión Española, suprimidos sus ingresos por publicidad, queda en su
mayor parte convertida en una gigantesca entidad administrativa, con evidentes
necesidades de pactos internos entre su personal, no sólo económicos sino
incluso ideológicos. Con perentorias necesidades de compromisos con entidades
públicas de muy diverso carácter, y con instituciones que tienen o pueden poner
en marcha muy poderosos medios para presionar e influir en decisiones que el
“Ente” ha de de tomar.
La persona que se ha puesto al frente de la institución, dando por supuesto
que sus condiciones físicas no le han supuesto limitación alguna, reúne las
características precisas, contrastadas a lo largo de muchos años para atender
las necesidades que caracterizarán la gestión del organismo en los años
inmediatos, sin que su edad haya de tomarse en consideración. El futuro dirá.
Elisa Martinez de Miguel
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