martes, 18 de septiembre de 2012

Inflacción o Deflacción

Publicado en "Negocio"
Octubre 2010

Durante años, muchos años, la inflación, mediante su más claro pregonero el índice de precios al consumo, nos trajo toda clase de males, desde los más duros planes económicos hasta cambios radicales de gobierno, y desde luego suponía un empobrecimiento de pensionistas, rentistas y asalariados y una desaparición de ahorros de las clases medias. Inflación y necesidad de una vida más austera o peor era lo mismo.

Últimamente, y como novedad para los no iniciados, apareció la deflación, es decir lo contrario de la inflación, pero por desgracia ella no nos aporta ninguna clase de bienes sino más males. Deflación significa que los ciudadanos no consumen, que las empresas se ven obligadas a vender en pérdidas o prácticamente sin margen y como consecuencia cierre de empresas e incremento del paro hasta tasas muy preocupantes.

Pero no hay mal que cien años dure, perdón en economía si los hay, y resulta que ha vuelto la inflación y el positivismo de algunos políticos también ha vuelto, afirmando que ya no hay deflación y que los precios suben.

Lo que no hay es vergüenza. Los precios suben, no porque se recupere el consumo, que es lo que hace falta, sino porque los costes están al alza y determinadas empresas que actúan en régimen de monopolio u oligopolio o como se quiera llamar, es decir que hacen lo que les da la gana con sus precios, gozan de la capacidad de repercutir sus incrementos de costes sobre sus precios.

Pero todos tranquilos, los precios van a seguir subiendo y la inflación volverá cual oscuras golondrinas. Los tiempos Neoyorquinos de déme dos que pago en euros se han terminado. El petróleo sube y con ello prácticamente el coste de casi todo, en mayor o menor proporción. En realidad vivimos en un mundo de energía trasformada y si la fuente más común de energía sube, todo sube. No sólo sube el petróleo sino también todo aquello que importamos que es mucho. El que las empresas puedan exportar más tampoco mejora directamente los precios interiores.

Es muy probable que el repunte último de la inflación no quiera decir que el consumo aumenta, que las empresas mejoren sus márgenes, que se incremente el número de puestos de trabajo, sino que consumimos lo mismo sólo que un poco más caro y esto no es para sonreír de oreja a oreja.

Elisa Martínez de Miguel


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