martes, 18 de septiembre de 2012

Deficit Cero


Publicado en "Negocio"
Junio 2010

Parece ser un criterio, que comienza a tener fuerza en el ámbito europeo,  implantar, con carácter constitucional, la norma de prohibir en los presupuestos nacionales la existencia de déficit. Es decir los presupuestos que se remitan y aprueben por los parlamentos habrán de mostrar un absoluto equilibrio entre gastos e ingresos públicos. No queda prohibido presentar superávit.

Si el criterio expuesto llegase a tener que implantarse obligatoriamente en España tendríamos un problema casi de supervivencia. En términos globales el gasto público se forma por dos grandes agrupaciones: Gastos corrientes e Inversiones y una de las dos deberá sufrir las consecuencias de la implantación del déficit cero.

En el origen de gran parte del incremento de los gastos corrientes está el desmesurado crecimiento de los servicios administrativos del Sector Público, y el déficit que ello ha producido es actualmente insostenible por carencia de capacidad de financiación.

Una consecuencia inmediata del crecimiento de la Administración pública, es el feroz atractivo que se genera en las nuevas generaciones de profesionales que se van incorporando al mundo del trabajo. La seguridad que da el ser funcionario de cualquiera de las administraciones del Estado, hace que se genere una demanda creciente y primordial de puestos de trabajo en este sector y se aleje a la nueva  y renovadora fuerza laboral de asumir el riesgo que representa el ejercicio libre de las profesiones o de la creación de empresas. Y esto es una tragedia de presente y de futuro.

Se nos puede decir que el equilibrio también se consigue si a mas gastos más ingresos. Por tanto más impuestos o más endeudamiento. Pero no podemos endeudarnos más porque quienes nos han de prestar, no se fían que podamos, en su día, devolver lo que hoy se nos preste. Actualmente no se prevé que el Sector público tenga en el futuro capacidad de ahorro para pagar sus deudas.

Si vamos a un banco y pedimos un crédito, lo que le importa al banquero, no es si pedimos mucho o poco, si ya tenemos otras deudas o no, lo que le preocupa es si nuestras rentas futuras y nuestra capacidad de ahorro son suficientes para devolver lo que pedimos.

Y es notorio que un Estado que en los presupuestos de sus diversas administraciones  muestra un déficit estructural en el entorno del 20% y no tiene claro como lo va a reducir, no es de fiar en cuanto a su capacidad de devolver.

En conclusión o reducimos Gastos corrientes o reducimos Inversiones, a elegir.

Elisa Martínez de Miguel

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