Agosto 2010
La afirmación que
titula estos párrafos es de uso común, a veces defendida a veces atacada, pero
en general poco analizada en el porqué.
A poco que reflexionemos podríamos llegar a un acuerdo de que antes que en el
tamaño hemos de fijarnos en la adecuación que este tiene para los fines en que
estimemos debe ser utilizado.
Estamos
escribiendo sobre esas instituciones financieras denominadas Cajas de Ahorro y sobre
la ola de promocionadas fusiones que ahora se nos presentan. Lo aclaro por si
alguien iba por otros derroteros.
Parece ser
que el gigantismo se considera a menudo sinónimo
de excelencia, y que todo, cuanto mas grande mejor. Pero, ¿para quien es
mejor?. Evidentemente para quienes controlan las entidades, sean sus
propietarios o los supuestos representares de los mismos. El gigantismo
empresarial consigue con facilidad situaciones de monopolio más o menos
manifiestas con sus consiguientes ventajas. Y en gran número de casos consigue
la opacidad casi absoluta de su bien o mal hacer con la consiguiente impunidad
para sus gestores.
Al menos
teóricamente las Cajas de Ahorro no tiene más propietarios que los ahorradores
o depositantes, masa difusa y con escasa, por no decir nula, capacidad de
exigir y controlar la honesta y eficaz
gestión de las mismas.
Un tamaño mayor
mediante la fusión de dos o tres de las Cajas de Ahorro existentes, actualmente
se nos presenta como la solución de posibles problemas de viabilidad de las
fusionadas, derivados todos ellos, naturalmente, de una ineficaz y torpe
gestión.
Unas entidades que
seguirán siendo gestionadas por políticos, procedentes de ayuntamientos,
diputaciones y juntas autonómicas, por representantes sindicales y, como
“florero de adorno” por algún depositante menos o nada cualificado. Consejeros
y gestores que se sentarán en los nuevos “macro consejos”, con el conocimiento
de que los anteriores gestores, en muchos casos ellos mismos, han sido impunes
a los desbarajustes que han originado y que al final “papá Estado” te salvará
de la quema a costa del erario público ¿De verdad creemos que estas enormes
entidades que se están promocionando, se van a poder controlar por alguna
entidad ajena a ellos mismos?.
Estamos promocionando
monstruos financieros incontrolables, que en absoluto servilismo hacia el poder
político de turno, financiarán y facilitarán créditos en donde el interés del
poder político estime más conveniente para su promoción y mantenimiento, que no
para el futuro de los ciudadanos. Si alguna vez coinciden ambos intereses pues
suerte que hemos tenido. Y desde luego nadie
estará en condiciones de exigir responsabilidad alguna, real y concreta, por
los desafueros que se cometan. Estamos cultivando poder absoluto, no control democrático.
Elisa Martínez de Miguel
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